07 septiembre 2005

El teorema Paul Klee

Debajoa dela bancoa quea haya ena ela puentea dela Llobregata.

De repente a Vladoroski le inundó la desesperación. Desde que abandonó su choza en el barrio portuario de Moscú no se había enfrentado a un reto igual. Ahora se encontraba en el museo del Prado, en Barcelona, tratando de identificar un ingenioso enigma oculto en los márgenes de un cuadro de Paul Klee, el “Pez Dorado”. Por todos es sabido que grandes genios de la historia han sido socios del Estrella Roja de Belgrado, entre ellos Julio César, Carlomagno, Kant, Frederik Murnau o Meg Ryan, la última gran sacerdotisa del Estrella Roja. Pero ahora estaba muerta y no había forma de localizar la copa de Europa del 91, oculta en algún lugar de las hermosas playas del Llobregat bañadas por el gélido mar Atlántico.

De repente, Nicolasa de Villalobos y Cortés de Reynalda le dedicó a Vladoroski una tímida sonrisa. En sus ojos pudo ver que había descifrado el enigma.

-Creo que lo tengo

-No puedo creerlo – dijo él – apenas que comenzado a comprender los carácteres

-Yo si. En España es típico que los padres obliguen a sus hijas a lidiar un toro cuando cumplen 15 años, y estas palabras suelen estar marcadas al fuego en los cuartos traseros de los toros de mi padre

“Qué ingenioso” pensó Vladoroski “¡¡Paul Klee había supuesto que su buen amigo Juan tendría un hijo llamado Luis que a su vez se dedicaría a la cría de toros y así su hija podría comprender este complicado y críptico mensaje!!” Nicolasa cogió un trozo de tiza, le dedicó a Vladoroski una tímida sonrisa y comenzó a escribir en el suelo.

-Es muy fácil, sencillamente tienes que eliminar todas las “as” de la frase, luego añadirle una “es” en los espacios que quedan vacíos. Quitarle las consonantes y las “es” que estaban antes de la sustitución, cambiar las “es” que quedan por “as” y luego volver a escribir las consonantes.

“Qué lista que es” pensó él “se nota que tiene los ojos verdes”. Por unos instantes Vlado se quedó helado. No sabía en qué momento se había fijado en los ojos de Nicolasa, pero lo había hecho. Mientras tanto ella iba escribiendo cada uno de los pasos en el suelo.

Debjo del bnco que hy en el puente del Llobregt.

Debejoe dele bencoe quee heie ene ele puentee dele Llobregete.

ee e ee e ee e e e e ee.

aa a aa a aa a a a aa.

Debajoa dela bancoa quea haya ena ela puentea dela Llobregata.

Una mueca de contrariedad se formó en la cara de Nicolasa. Algo fallaba. Se había saltado algún paso.

-¡Ya lo tengo! ¡¡Me olvidaba de que se tiene que quitar una “a” de cada palabra!!

Y nicolasa procedió.

Debajoa dela bancoa quea haya ena ela puentea dela Llobregata.

Debjoa del bncoa que hya en el puente del Llobregta

-Un momento – la interrumpió Vladoroski - ¿Me dejas un momento?

Vlado cogió la tiza y reescribió algunas de las “as” que había borrado Nicolasa y añadió otras.

Debajo del banco que hay en el puente del Llobregat.

Ambos pegaron un respingo, se dedicaron una tímida sonrisa y soltaron un ahogado chillido de exclamación. Ya tenían la localización de la copa de Europa del 91. Podrían salvar el mundo. Pero lo que no sabían era que había alguien más en la sala tubular del Prado en ese momento.